domingo, 9 de agosto de 2009

Declaración de Principios


La medula de todo esto

Que bueno poder comenzar este blog con la experiencia suscitada por un encuentro libre de ciudadanos en torno a una temática determinada. Convocados por una ponencia del señor Carlos Pérez que, si no mal recuerdo, se titulaba "Los caminos de la izquierda hacia el siglo XXI", fue abierto un espacio para el debate ciudadano en torno a dicho tema en el marco de un ciclo de conferencias llamado "Pensamiento, ciudadanía y poder" en las dependencias del teatro Velarde de Quilpué. En esta oportunidad pude hacerle una acotación más una pequeña pregunta al expositor. Alguien de los asistentes planteaba, a grandes rasgos, que muchos debates y discursos eran abundantes en propuestas pero el punto crítico era como implementarlo. Es decir, a mi entender, que tenemos un discurso sobre organización ciudadana y movimiento popular pero cómo reproducimos ese discurso por medio de acciones que desarrollen la propuesta en la práctica.
Tomé esa acotación para plantearle al profesor que el mayor defecto que veía yo en las propuestas y discursos que se estilan por estos días acerca de cómo solucionar el problema del poder, tan distante del ciudadano común, no es la fórmula de su contenido sino la fórmula del discurso
[1]. Quiero decir con esto que el cómo han sido concebidos esos discursos es clave para especular sobre su éxito y su potencia para engendrar acciones articuladas con vistas al empoderamiento ciudadano.
Creo firmemente que los discursos en cuestión, y el lenguaje que los conforma, son hoy día del tipo de aquellas herramientas socioculturales que tienden más a la dominación que a la movilización. Sobre todo en materia política, y no solo por parte de los partidos, sino de cualquiera que se sepa conocedor de la panacea a nuestra tragedia. Y los hábitos que nos inducen a practicar esos modos de discursar, un empleo absolutamente arbitrario del lenguaje, cuentan con el alto auspicio de nuestras instituciones educativas.
Decir y hacer deberían parecerse mucho. En el mundo real se parecen poco.
El objetivo que me planteo no es construir otro discursillo más para que pulule en mente ajena. El discurso de cada uno sea para uno mismo. Si cabe alguna posibilidad, quiero transparentar la verdadera situación de ciertas cosas, como los discursos vigentes, desde los de la clase de colegio hasta los de la política pasando por los intelectuales, que quieren parecerse a cosas, que existen, pero que en realidad son actitudes con un mero disfraz simbólico para darles la apariencia de ser cosas ciertas. Pero no lo son. Solo así podremos invitarnos a hacer la pregunta “¿qué queremos o qué podemos hacer con ellas?”, con el menor prejuicio posible. Espero.
Yo me atrevo a consagrar que lo único real es lo que podemos hacer en acciones. Así de pragmático. Las palabras se las lleva el viento, no hay nada más cierto.
¿Cómo sentenciar la intención de este blog? ¿Cuál es la médula de todo esto? Sí, los discursos, sobre todo los políticos, categoría que acapara no sólo aquellos discursos con que se adornan los politiqueros
[2]. Pero además, la materialización de esos discursos es un punto clave. Cómo se traducen en realidades con las que convivimos todo el tiempo, desde que nos levantamos por la mañana.
Los discursos lo penetran todo. Detrás de cada coordinación humana existe un discurso, muchas veces al nivel de una ideología. Por tanto rozaré de todo lo que existe en los espacios donde nos concentramos para facilitarnos la vida, los países, las ciudades, los pueblos, etc. Su cotidianeidad está plagada de discursos realizados, con fachadas de concreto, con pintas de desfiles humanos. Y en principio, antes de contarles como debiesen ser dichos asuntos, cosa que jamás haré, quiero que pensemos la real situación de tales en la más absoluta cotidianeidad. Volver a pensar.

Velador
[1] O también, qué proceso le subyace como progenitor.
[2] En este blog será importante tener en cuenta que cuando cite ‘politiqueros’ será para denotar a esas personas del gobierno que desvergonzadamente usurpan el poder de los ciudadanos comunes con supuestas buenas intenciones. Versus ‘políticos’ que es la calidad que nos cabe a todos si realmente participamos del espacio donde opera el sistema político todo.

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